Una habitación no es solo una habitación. Ubicamos artículos en cada esquina, en cada espacio, esperando impregnar en ella un ápice de nuestra esencia; intentamos pintar salones y pasillos con un boceto de lo que reverbera en nuestro interior. No podemos evitar la necesidad que esa habitación que nos rodea refleje la escenografía ficticia que nuestra concepción propia nos ha llevado a construir sobre nosotros y nos entregamos a la tarea a tal punto que, con el paso del tiempo, …
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